1835.- CANTAN
LA SERENATA DE
SU PERDICIÓN
Las almas no pueden resistir el embate
infernal, no pueden oponerse a las maniobras y maquinaciones de satanás,
simplemente porque ya están podridas, enviciadas, el adversario hizo bien las
cosas y nosotros las hicimos mal.
No consideramos que estamos envueltos en una
guerra de milenios contra las potencias infernales, no tomamos en cuenta que
aquello que se inició en El Cielo continúa acá en tierra, no en vano esta
escrito en el libro del Santo de Job, “Militia est vita hominis super terrain”,
o sea, “Milicia es la vida del hombre sobre la faz de la tierra”.
Esto no se refiere a que debemos pelearnos
entre nosotros, tal cosa es una reverenda estupidez, el enemigo es satanás, no
otra persona como nosotros, y el adversario sabe utilizar bien lo que no
entendemos ni quisimos ver, por ejemplo, el ‘introduce la división entre tus
enemigos’, por ello es que estamos peleándonos como tontos entre nosotros
mientras ese cerdo infernal continúa armando a los dos bandos.
Esto lo hace para que perdamos el tiempo preocupándonos
por nosotros, autodestruyéndonos a nosotros y entre nosotros, porque luego ese
cerdo avanza y toma todo.
Seguimos perdiendo el tiempo peleándonos entre
nosotros y corriendo tras la satisfacción de vicios y ambiciones no viendo que
tales cosas las ha instigado, favorecido, querido, inspirado, provocado,
promocionado el adversario.
Lo hizo así porque de esta manera ha
conseguido que nos dediquemos a nosotros, a autodestruirnos en cuerpo, alma y
espíritu, a pelear entre nosotros y a construir lo que no es mas que un
abominable sepulcro.
Un ejército indisciplinado, vicioso, corrupto,
ambicioso, apegado al mundo, con aspiraciones terrenas, perversas y mundanas,
esta autodestruido y no sirve para la batalla, y peor es la situación si tal
ejército debe enfrentar a enemigos espirituales, si se trata del que debería
ser el ejército del Señor.
Acá es donde surgen innumerables traidores,
judas que se pasan a las filas del enemigo, pero, continúan con el uniforme del
Señor, disfrazados de siervos suyos y entregados a convertirse en verdaderos hipócritas
inmundos y repulsivos, mas repugnantes que las serpientes.
Como no hubo ni hay amor a Dios, las almas son
reclutadas, manipuladas y usadas por satanás, incluso y especialmente, aquellas
que dicen-fingen amar a Dios, seguirlo, servirlo.
Esas son las preferidas de satanás porque
usando a esas almas, puede seducir, engañar y arrear al abismo a muchas que
marcharán cantando alegres la serenata triste de su eterna e irremediable
perdición.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario