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LOS RESPONSABLES DE LAS DESGRACIAS
Si gana, se impone y prevalece el adversario, satanás,
es simplemente porque no le prestamos atención a Dios, porque queremos creer
soberbia y orgullosamente que podemos ser sin Dios, que prevalecemos, reinamos
o que somos algo cuando lo despreciamos.
La verdad es que no somos otra cosa mas que
unos idiotas cobardes llenos de orgullo que se engañan a sí mismos porque solo
nosotros podemos creer que prescindiendo de Dios somos o tenemos algo bueno.
Tan inteligentes que nos decimos, tan
orgullosa y soberbiamente arrogantes que andamos queriendo creer que somos
superiores a los animales, pero esa soberbia y ciega estupidez nos impide ver
que los animales no se rebelan contra Dios, solo nosotros.
Si la supuesta inteligencia y superioridad no
nos permite ver que lo único que acumulamos son arrogancia delirios y
fantasías, vamos a continuar padeciendo los efectos de las mentiras, es decir,
de ser socios-cómplices-esclavos de satanás.
Si el orgullo, amor propio, si la soberbia y
la fantasía que adoramos continúan haciendo estragos en nosotros, es porque lo
queremos así, porque no queremos abandonar las tinieblas, porque deseamos
continuar enterrándonos en el abismo del olvido y la negación de Dios
cultivando la egolatría narcisista, satanista infernal.
Dios no nos ha privado de su Presencia, somos
nosotros los que ciegos de orgullo, mas idiotas que los mismos demonios,
queremos prescindir de Dios, los que no queremos entender que solo tenemos una
oportunidad para elegir a Dios y la Vida Eterna, y que sino lo hacemos, nos
perderemos para siempre naufragando en tinieblas, atrapados en fantasías,
evadidos en delirios de soberbia.
El único beneficiado con semejantes
estupideces es satanás porque puede devorarnos, consumirnos, vivir nuestra
vida, disponer de nosotros, porque puede hacer en y de nosotros lo que se le
antoje ahora y siempre.
Por mas que nos quejemos acusemos a otros, los únicos y principales
responsables, causantes, de las desgracias que se abaten sobre nosotros, somos
nosotros mismos, porque puede querer el adversario lo que ele antoje, pero que lo consiga, es culpa
nuestra.
Es nuestra culpa porque somos indiferentes a
Dios porque prescindimos y renegamos de Él, porque somos unos malditos rebeldes
obtusos caprichosos solo preocupados por su orgullo y enterrados en el abismo
de su egolatría que se dan a las tinieblas no importándoles otra cosa mas que
satisfacer su ego.
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