COLABORAR EN SU OBRA QUE ES EMINENTEMENTE ESPIRITUAL
Si satisfacemos al ego-yo, crece, se extiende,
prevalece y acaba convirtiéndose en un tirano que no busca ni quiere mas que
saciedad. Se convierte en un abismo insaciable, solo busca lo sensible, cómodo
y agradable.
Pesa, aplasta, porque crece y se extiende, y a
la vez debilita porque es como acumular grasa espiritual, engordar sin generar
musculatura.
El alma se envicia y deforma, sucumbe
transformándose en similar a demonios, adquiere una horrenda expresión propia
de muerta porque le falta Dios El Que Es la Vida.
Sintiendo el vacío, padeciendo la ausencia de
Dios, buscamos ser llenados, saciados, conformados y ahí es que nos convertimos
en ególatras, demandamos adoración, aceptación, reconocimiento, atención.
Ahí es donde nos inclinamos al mundo buscando
satisfacción y saciedad en vicios, y así es como nos corrompemos, estropeamos,
arruinamos, deformamos y acabamos condenando.
Todo esto es consecuencia de no buscar a Dios,
de no colaborar en su Revelación, de no obedecerlo-seguirlo ni aun cuando
decimos que lo hacemos.
No hemos salido nunca del abismo-sepulcro del
yo-ego, permanecemos encerrados en nuestros delirios, aprisionados en nuestros
pensamientos, enredados entre tantos ‘yo, yo, yo’.
Del ‘yo’ que es un abismo-sepulcro debemos
salir. Considerar que es el mismo olvido de Dios, la negación de Él. Tenemos
que partir de éste y elevarnos al “Él”, buscar a Dios, dirigirnos a Él.
Hay que dejar de pensar en sí mismo y comenzar
a pensar en Dios, abriéndole la puerta de la oración para permitirle a Él
pensar en nosotros, para que pueda Revelar Su Pensamiento, expresa Su Palabra,
Enviar a Su Hijo y entre ambos, al Espíritu Santo.
Si nos encerramos-hundimos en nosotros mismos,
si nos abismamos no haciendo mas que pensar en el ‘yo’, nos enterramos en tinieblas
y nos olvidamos de Dios, sucumbimos en la corrupción buscando aceptación, adoración,
reconocimiento, etc.
Debemos hacer lo primero y esencial, buscar a Dios,
Su Revelación, escucharlo, permitirle que hable, dejar que nos corrija porque ahí
dice-revela la Verdad, ahí es donde Envía a su Hijo.
En esa revelación diaria y constante recibimos
Su Espíritu, su Amor mismo, ahí es donde tenemos que dejarnos amar por Dios, colaborando
en su obra en nosotros, obra espiritual que requiere oración.