NADIE LAS PERJUDICA MAS
Con autoridad y decisión, con firmeza y sin
vueltas, tenemos que decir ‘¡Basta!’ a nuestro ‘yo’.
Hay que morir a sí mismo, ponerle límites a la
histeria infernal desesperante de la egolatría, si no lo hacemos acabaremos
irremediablemente enloquecidos, convertidos en similares a demonios.
Comprender que la egolatría, ese constante
decir-pensar en ‘yo’, degenera en obsesión, luego en desesperación y acaba en
histeria donde somos totalmente iguales a demonios.
La forma de ponerle límites a esta histeria
delirante infernal es renunciando a sí mismo, buscando a Dios, discerniendo Su
Voluntad y obedeciéndolo a Él.
Solo obedeciendo-siguiendo al Señor podemos
ponerle límites al yo-ego, si no lo hacemos acabaremos enloquecidos,
transformados en demonios, convertidos en la negación misma de aquello que
pudimos llegar a ser.
El miedo es como la humedad, cala hasta los
huesos, penetra y congela, hace padecer. Es difícil vencerlo, sacarlo y con el
correr del tiempo crece.
El miedo empuja a que las almas sean
histéricas preocupadas por sí, se vuelven frenéticas, caprichosas, insoportables,
maníacas, obsesivas, desesperantes.
Lo que deben hacer es vencer el miedo, la
preocupación inútil por sí, tienen que dejar de pensar en sí hasta el hartazgo
como lo hacen y deben comenzar a buscar a Dios, seguir al Señor, obedecerlo a
Él.
Si no lo hacen acabarán obsesionándose consigo
mismas, luego caerán en desesperación y al final serán unas histéricas maníacas
insoportables como los demonios.
Considera que todo es fruto de la miseria, de
su desamor, de la falta de confianza en Dios y de entrega a Él. Nadie perjudica
mas a las almas que ellas mismas el elegir los caminos de corrupción que ofrece
el adversario, satanás.
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